Recuerdo cuando ansiaba con todas mis fuerzas hacer un “CLIC”.
Ya sabes… esa experiencia que – por fin – te aporte una auténtica sensación de seguridad y paz.
Un verdadero descanso de tanta búsqueda y tanto intento.
A día de hoy puedo decir que tengo “clics” a menudo.
Y todo fue por dejar atrás los materiales y autores que llamo “más-turbadores”.
Los más-turbadores son un tipo de personajes que se dedican parlotear – de forma incesante e inconsciente – sobre conceptos y teorías.
Más que implementar en el mundo tangible, se dedican a filosofar en el mundo intelectual abstracto.
El problema es que, cuando te dedicas a consumir mucha lectura conceptual y conversaciones abstractas, sueles terminar peor que antes de tus inicios como buscador.
Entras en lo que llamo:
El proceso de “más-turbar”.
Te aporta cierto confort el parloteo abstracto sobre conceptos y teorías, porque es un hábito familiar para ti. La inercia del Bla-Bla-Bla te lleva por esas rutas neuronales *conocidas*. Y aunque sabes que no te aporta cambios reales, lo sigues haciendo. Es algo ciertamente bizarro en el humano. Una trampa en la que hemos caído todos los amantes del conocimiento.
Turbar significa literalmente “alterar el ánimo de una persona confundiéndola o aturdiéndola hasta dejarla sin saber qué hacer ni qué decir”.
Más-Turbar significa – en mi diccionario personal de Magia Lingüística – «perderse en conversaciones internas plagadas de teorías y conceptos sin ninguna aplicación práctica».
Más lees, más te turbas.
Más parloteas sobre tu problema, más te turbas.
Así hasta que terminas tan confundido, que ya no sabes qué hacer para cambiar.
Por un momento parece que estás avanzando… hasta que descubres que estás en una Rueda de Ratón.
Hasta que te hartas de la mentira.
Y te pones a experimentar de verdad.
Experimentar en el nivel de la N.E.O. experiencia.
No experimentar en el nivel de las teorías.
Por eso,si ya te has hartado de la más-turbación, te animo a probar mi sistema de Meta-Aprendizaje.
Pero solo si estás dispuesto a mancharte en el barro de la práctica.
Lo dejo en tus manos.
Aunque no le des muchas vueltas.
Porque, como no actúes, la rueda seguirá sin avanzar.
Íñigo