Día 4 de la Operación Chi Sao.
Llevo varios días re-contemplando cómo gasto<>renuevo energía.
Estoy probando una mini siesta de 15 minutos a medio día. Simplemente me pongo a leer después de comer y entonces va surgiendo – naturalmente – una cabezadita ligera. Esto me está dando el doble de energía por la tarde (pero no más de 15min, porque si no luego tengo insomnio).
También he notando que al dejar de consumir tantas redes, ha bajado la cantidad de pensamientos (un elemento que agota bastante al humano).
Uno de los objetivos cruciales en este camino de despertar y desarrollarnos, es lo que llamaba el legendario gurú, Don Juan Matus, el “ahorro energético” (Don Juan era un verdadero gurú. No lo que abunda hoy en día).
En sánscrito, “gu” significa “oscuridad” y “ru” significa “el que la disipa”.
Gurú significa literalmente “el que disipa la oscuridad”.
Ahorrar energía trata de contemplar nuestros patrones de pensar<>sentir<>hacer, para luego preguntarnos:
¿Qué me drena energía?
¿Qué me produce energía?
Si quieres controlar tu energía, necesitar saber de dónde viene, y cómo se va, ¿no?
Por ejemplo, las emociones negativas no se llaman “negativas” porque sean “malas”, sino porque drenan energía. En cambio, las emociones positivas se llaman así porque producen energía.
¿Qué otros elementos influyen en tu gasto y renovación energética?
- Actitudes
- Rutinas
- Alimentos
- Relaciones
- etc.
Al ir contemplando tu sistema cuerpo<>mente<>emoción, puedes ir descubriendo los patrones que te drenan y los que te vitalizan.
Los que fomentan tu tensión, confusión y miedo.
Y los que facilitan tu compasión, coraje y creatividad.
Con esa nueva conciencia, vas sabiendo dónde re-invertir tu energía para poder cultivar un equilibrio entre estresar<>renovar.
Estresar <> Renovar.
Ahí está el Santo Grial de la vitalidad (al menos para mi).
Porque, cuando cultivas ese equilibrio entre estrés y renovación, estás creando un espacio para que tus sistemas internos puedan hacer bien su sabio trabajo de equilibrar procesos vitales.
Así es como te haces inmune a dos extremos peligrosos:
El agotamiento depresivo.
Y la sobrecarga ansiosa.
Ahora te quedas en el centro. Con picos momentáneos, pero nunca crónicos. Es decir, fluyendo entre olas de estrés sano y olas de descanso renovador.
Ahorro energético.
Contemplando tu sistema.
Íñigo