La raíz de la confianza.
La raíz del coraje para atreverte a perseguir tus sueños.
La raíz de una vida libre, bajo tus reglas.
¿Cuál es esa raíz?
Me pregunto qué porcentaje quiere saberlo de verdad.
Porque la experiencia demuestra cómo…
… mucha gente que está sufriendo…
… ya sea en relaciones tóxicas, trabajos tristes, en sentimientos limitantes…
… en realidad obtiene *beneficios* por ese sufri-miento.
He dicho «mucha» gente. No «todo» el mundo. Que ya veo a los Absolutistas Ansiosos proyectando su propia ira en mí… sin saber contextualizar los mensajes.
El año pasado se puso de moda hablar en redes sociales sobre narcisistas. Este perfil se describe como personas con unos patrones tóxicos – habitualmente crónicos – que hace miserable la vida de muchas personas. Yo llamo a los narcisistas, de forma poco amigable, «Sabandijas Succionadoras», por todo el valor que consiguen succionar del mundo. Además he tenido el beneficio de sufrir (en un pasado muy lejano) las geniales técnicas de manipulación de dos «amigos» narcisistas.
Grandes Maestros.
Gracias.
Ahora, lo que no se menciona en casi ningún vídeo sobre narcisistas…
… es un truco mental bien resbaladizo.
Ese truco es… espera que voy…
Adquirir la identidad de «víctima del narciso».
Es algo muy tentador para el ego frágil.
«¡¡¡La gente tóxica me hace sufrir!!!», dice la pobre personita con la que todos deben empatizar y proteger como si fuera un Ser incapaz.
Cuidado…
Si *mantienes* una relación con alguien que te hace daño…
… ¿por qué no te vas y punto?
Aquí es donde surge otro truco mental en forma de «yaaa… PERO».
Pero lo que tú quieras elegir.
Si eliges vivir con libertad radical, necesitas responsabilidad radical.
Si te quedas en esa relación, lo aceptas.
Si la dejas, lo aceptas.
Te haces responsable de lo que sientes, piensas y haces.
A menos que prefieras vivir en una libertad condicional. Con un pie dentro de la cárcel psicológica y otro pseudo-fuera.
Hacerse responsable – sobre todo al principio – duele, pica, molesta.
Hasta que generas un nuevo patrón de confianza radical.
Poco a poco se va volviendo más automático, más sencillo, más placentero incluso.
Vas notando el gozor de hacerte libre.
Y un día te encuentras con que has construido una vida de ensueño.
Una vida con relaciones armoniosas, sin sufrimiento, con abundancia de recursos y un bienestar interno donde sabes que todo está perfectamente OK.
Como te decía, yo tuve dos fantásticos amigos narcisistas.
Intenté la vía de aceptarles y lidiar con ellos.
No lo conseguí. O más bien, *elegí* no conseguirlo.
Preferí erradicarles 100% de mi vida.
Centrándome en la buena gente, con ambición de cambio, o al menos gente buena y punto.
Aunque existe otro camino igual de válido.
El de aceptar a las preciosas sabandijas y hacer el esfuerzo (masivo) de lidiar con ellas. Admiro mucho a los que lo consiguen…
A los que no admiro nada, es a los que se victimizan y excusan por seguir en esas relaciones sufriendo. Contándose historias que pretenden validar los comportamientos dañinos. Y peor aún: que pretenden validar y alimentar su identidad reactiva de mártir incapaz. Sin hacer absolutamente nada por cambiar las cosas.
Entonces, ¿quieres libertad radical?
¿Seguro?
Es muy incómodo, ¿eh?
(en realidad es igual de incómodo que sufrir, pero esto tiene premios transformadores, y lo otro sólo tiene «beneficios… limitantes»)
La persona que se libera reconoce que la raíz está en responsabilizarte al 100% de lo que piensas, sientes y haces (de ahí la palabra «radical», de la raíz).
Desde esta mentalidad valiente, entonces sí puedo enseñarte de forma sistemática lo mejor que he encontrado para seguir potenciando tu calma, claridad y confianza.
Aquí debajo puedes familiarizarte con los detalles.
Íñigo Lacasa