Cuidado.
Me ha escrito la Madre Teresa, personificada.
Aquí sus formidables lecciones para potenciar el fracaso:
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Cuando me encontré con ustedes de casualidad pensé que querían ayudar a la gente, sin más, ofreciendo lo que aprendieron durante un tiempo y os ha servido, por lo menos a vosotros, como solución al problema de la ansiedad, alternativas a lo existente. Pero detrás de todas las buenas intenciones y mucha palabrería, veo que esto solo es un negocio más con el que lucraros, que puede funcionar, no digo que no, pero un negocio al fin y al cabo. Os pareceis con las farmacéuticas que pretenden hacer negocio y dinero a costa del sufrimiento y el dolor de las personas. ¿Es lícito? lo vuestro si, pero ¿y moral, ético? No lo creo. Si tenéis conciencia, que recaiga sobre ella el no querer ayudar a la gente si no es con dinero de por medio (hay mucha gente con ansiedad y sin recursos).
Para mi no valeis nada.
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Estamos ante otro caso de Absolutismo Ansioso.
Normalmente se puede curar…
… pero en este caso tengo grandes dudas.
La experiencia nos ha demostrado que hay gente que simplemente no cambia. Por mucho que digan «querer».
Una de las características del Absolutista crónico es la proyección de su «mapa moral» como la verdad… cómo no… ¡absoluta!
Su doctrina moral es la que todos debemos seguir.
Es la vía correcta.
Y si no la sigues…
… haces bien.
Cuanto más vayas en la dirección opuesta, mejor estarás protegiendo tu éxito.
Yo tengo cuidado extremo con este tipo de gente.
Porque, si les haces caso, tu éxito presente y potencial se puede ver manchado, toxificado y debilitado.
Por ejemplo, una de sus creencias tóxicas es con el dinero.
«Cobrar es malo, inmoral, sin ética»
Pensar así le ha hecho – y le seguirá haciendo – más pobre, con más problemas de dinero (pero claro… eso NO es su culpa… es de los malditos empresarios que se aprovechan de su sufrimiento).
Es como si hoy voy al supermercado y digo:
«Oye, estoy sufriendo… me parece inmoral que cobréis por la comida cuando hay gente sin recursos pasando hambre».
Lo que no parece entender esta persona con mentalidad fracasada, son los problemas que surgen con lo «GRATIS».
Lo gratis no existe.
Alguien paga, siempre.
Si diera mis sistemas gratis, habría varios problemas:
- Nadie los valoraría. Por mucho que «dijeran» que sí. 15 años de experiencia en la industria de los cursos me ha enseñado mucho del comportamiento humano y el valor de las cosas. El que no paga, no presta atención.
- Alguien tendría que pagar las grandes facturas que conlleva tener un proyecto exitoso que impacte positivamente a miles de personas (algo de lo que ella no tiene ni idea, porque si no, hablaría diferente). Para pagar esas facturas, tendría que venderme a inversores que sólo buscan el beneficio final (esos sí que les caería bien a esta Absolutista).
- Otra opción sería colgar todo gratis en YouTube y mal-vivir de la publicidad, fomentando más aún los imperios de manipulación de conductas de los algoritmos en las redes sociales. Imperios en los que tú eres el producto, no el cliente. Las redes son «gratis» porque tú eres el producto (tus datos) que venden al mejor postor (publicistas que rara vez quieren tu mejora, sino manipularte y punto).
Por eso, mi proyecto sólo deja entrar a los amantes del éxito.
Y los amantes del éxito, hacemos varias cosas diferentes:
- Honramos, respetamos y nos alegramos de invertir dinero en nuestro desarrollo y de cobrar dinero por ello.
- No victimizamos a la gente con ansiedad. Nos vemos como Navegantes capaces de mejorar, prosperar y cambiar a través de nuevas mentalidades, actitudes y habilidades psicológicas que se pueden aprender.
- Cambiamos el «no puedo» por el «cómo puedo poder». Lo cómodo es culpar a los demás de la miseria. Lo fácil es que te den las cosas hechas porque «pobrecito estás sufriendo». En cambio, lo difícil es hacerte responsable y buscar recursos y soluciones. Ganarte el éxito.
Si amas el éxito, aquí debajo puedes entrenarte con nosotros, empezando por el newsletter diario.
Por otro lado, el absolutista crónico aquí sólo encontrará puertas cerradas. Además, no le valemos nada. Para qué perder su tiempo…
Por nuestro éxito,
Íñigo Lacasa