Ultimamente no paro de ver anuncios vendiendo la idea de “emprender”.
A la mayoría le diría que no lo haga (a menos que no pueda vivir de otra forma).
Yo no podría tener un trabajo. Es más, nunca lo he tenido. Porque no tolero la autoridad. Quiero hacer lo que me de la gana, con quien me de la gana.
Pero tanta libertad conlleva el triple de coraje.
No tienes a nadie que te diga qué hacer, cómo hacerlo ni cuándo hacerlo.
Si no vas a trabajar, nadie te dice nada.
Estás completamente a solas.
Nadie te entiende.
Eres tú y el mundo.
Al principio lloriqueaba por dentro ante tanta incertidumbre y soledad. Pero rápidamente vi que mis quejas y lamentos, le traen sin cuidado a la realidad.
O hago que las cosas funcionen…
… o me voy a la calle.
Estoy agradecido.
Porque me estoy haciendo más fuerte, capaz y libre.
Seas una persona empresaria o no, te animo a que tomes tu sufrimiento pasado y/o actual como un acto de emprendiduría. Recuerda que a la realidad, no le importan nuestras quejas victimistas. Ni nuestros caprichos impulsivos. Ni tampoco nuestros deseos de que el mundo sea como nos gustaría.
No suena atractivo mi mensaje.
Pero es real.
La vida es tu empresa.
Y cuanto más abraces con amor los obstáculos…
… más fuerte, capaz y libre te estarás haciendo.
Yo sé que deseas prosperar. Pero ten en cuenta que los caminos mera-mente acolchados, nos vuelven blandos e incapaces de fluir.
Enamorarse de la incertidumbre tiene premios muy valiosos, ¿no crees?
Un abrazo,
Íñigo